Puntos claves y avances de la primera ronda de diálogos con el ELN

Puntos claves y avances de la primera ronda de diálogos con el ELN

 

El lunes, 12 de diciembre, culminó la primera ronda de diálogos de paz entre la delegación del Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional, ELN.  Desde el 21 de noviembre, en Caracas, Venezuela,  se reiniciaron las reglas de juego de un proceso suspendido en el 2019 tras la orden del expresidente Iván Duque, como resultado del atentado contra la Escuela de Cadetes de la Policía General Francisco de Paula Santander, que dejó 22 muertos y 68 heridos. 

 

 

El proceso dio sus primeros pasos en agosto pasado con la llegada de Petro a la presidencia  de Colombia. Las partes habían manifestado su voluntad para sentarse en una mesa y retomar los avances de la agenda pactada en marzo del 2016 con el gobierno de Juan Manuel Santos. Ahora entraron nuevos actores que ayudarán a cumplir parte de la apuesta más grande de la nueva administración; la paz total con todos los grupos armados no estatales. 

 

 

La designación oficial de los delegados que ya están representando a la mesa al gobierno son: Otty Patiño, quién es el jefe negociador elegido por Petro,  la senadora María José Pizarro, el senador Iván Cepeda y el líder ganadero gremial José Félix Lafaurie, entre otros actores claves.  Por parte del ELN, se designó como negociadores a Pablo Beltrán, segundo comandante de la guerrilla, a alias Gabino, Aureliano Carbonell, Gustavo Martínez, Consuelo Tapias, y Silvana Guerrero.  Y como países garantes se encuentran: Cuba, Noruega y Venezuela.

 

 

Esta negociación, que no es fácil ya que en los últimos años el ELN se ha fortalecido militarmente y ha expandido su presencia del lado venezolano, tiene seis puntos claves necesarios y complementarios para el éxito del proceso. Primero, la participación de la sociedad civil en la construcción de la paz es determinante en estos diálogos y en la eventual ejecución de un acuerdo. Segundo, democracia para la paz, que muy ligado a lo primero busca revisar los mecanismos de participación ciudadana y dar garantías para la manifestación y movilización pública.  

 

 

Una tercera cuestión importante en la agenda es la transformación para la paz que discutirá las propuestas de paz de la sociedad civil y la creación de programas para superar la pobreza, la exclusión social y la degradación del medio ambiente. También, víctimas, fin del conflicto armado e implementación son puntos claves para este nuevo reinicio de proceso.

 

 

Ahora, terminado oficialmente este primer ciclo ¿qué avances concretos llegaron las partes? Uno de los puntos más importantes de los acuerdos es el relacionado a la grave situación de violencia que se presenta en los territorios; por tal razón, en 2023 se pondrá en marcha un “Acuerdo parcial de atención de emergencias” en el  Valle del Cauca y Chocó. Asimismo, abordaron la grave situación humanitaria que se vive en las cárceles y acordaron la atención de emergencia humanitaria a un grupo de presos políticos del ELN, señalaron en un comunicado oficial.

 

 

Cómo últimos acuerdos se acordó pensar en una estrategia de comunicación para hacer pedagogía y difundir el proceso de paz con el fin de incluir a la sociedad y la comunidad internacional, un asunto que se complementa a los seis puntos claves mencionados. También, se habló de  retomar los logros consolidados en la agenda del 2016, teniendo en cuenta el contexto político y social actual, y se acordó que México será país sede en 2023.

 

 

Es difícil apresurarse y dar un balance positivo o negativo de esta primera ronda, fueron más de cuatro años de parálisis y tropiezos que puede complicar este camino de paz. Lo que es claro es que estos diálogos son una ventana de oportunidad para promover conversaciones de reconciliación en todo el país y no solo con el ELN, sino en todas las regiones del país afectadas por la violencia. 

 

 

Para las próximas rondas se debe hacer un balance del gobierno del expresidente Santos y mirar la experiencia no solo en la agenda, sino en los asuntos de cese bilateral, discusiones sobre temas humanitarios y en el diseño de acompañamiento internacional. Aquí, no está de más recoger aprendizajes y experiencias del proceso adelantado con las extintas FARC-EP que aunque son contextos diferentes, hay elementos claves para pensar y complementar. 

 

 

Por último, para continuar con esta apuesta relevante es fortalecer la participación de diversos sectores sociales, de mujeres, víctimas del conflicto armado, jóvenes, población diversa y comunidades indígenas y étnicas. Comunidades históricamente flageladas por la violencia.