El sector carbonífero en Boyacá: Impactos de la política de descarbonización de sus socios comerciales

Por: Gabriela Zamora

 

 

El carbón se ha posicionado como uno de los principales combustibles usado en las industrias, en la generación de electricidad y especialmente en centrales termoeléctricas. De acuerdo a un informe de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) en 2018 la demanda mundial de carbón incrementó en un 1,1 % con relación al año anterior, representando el 40 % de la generación de electricidad, sin embargo, es el principal causante de la contaminación y del cambio climático [1].

 

En 2015 mediante el Acuerdo de París la comunidad internacional (a excepción de Estados Unidos) se comprometió en mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de los 2 grados centígrados. Adicional al Acuerdo de París, en septiembre de 2019 se realizó la Cumbre de Acción Climática donde 66 países se comprometieron a llevar a cabo medidas para combatir la crisis climática, incluida la limitación de la cantidad de electricidad producida a partir de fuentes de carbón. Entre estos están Alemania, quien espera eliminar totalmente el carbón de su economía en 2038, Chile cerrará todas sus centrales eléctricas de carbón en 2040 y Corea del Sur clausurará 10 plantas para 2022 [2].

 

En este mismo escenario se encuentra Colombia, que ha venido adoptando medidas para combatir el cambio climático como la Convención Marco de las Naciones Unidas mediante la ley 165 de 1994 y el protocolo de Kyoto por la ley 629 de 2000, que procuran reducir las emisiones de gases de efecto invernadero [3]. Asimismo, en 2014 por medio de la ley 1715 de 2014 se integra al Sistema Energético Nacional el uso de energías renovables no convencionales con el objetivo de implementar un desarrollo económico sostenible, y recientemente a través del Acuerdo de París en 2018 el país establece el compromiso a reducir las emisiones internas de gases de efecto invernadero para el 2030 en al menos un 20 % [4].

 

Sin embargo, estas decisiones representan un gran desafío para el país, ya que gran parte de la economía nacional y regional dependen de la minería de carbón. Por ejemplo, para el 2019, el Producto Interno Bruto (PIB) del sector de minería fue de 1,65 % correspondiente a 14 502 millones de pesos. En cuanto a las exportaciones, en ese mismo periodo, Colombia exportó 74 696 226 toneladas de carbón que equivalen aproximadamente al 86 % del total de carbón producido a nivel nacional y representando cerca del 14 % del valor total de las exportaciones con 5 668 millones de dólares [5]. Adicionalmente, del total de producción en 2019 correspondiente a 83.9 millones de toneladas, la proporción que se destinó a satisfacer la demanda interna del carbón fue aproximadamente del 3,8 % [6].

 

En términos de empleo, las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) revelan que para 2019, la actividad de extracción de carbón de piedra generó aproximadamente 50 000 empleos directos en todo el país, de los cuales 2 000 corresponden a trabajadores por cuenta propia, 47 000 son asalariados y 1 000 son empleadores. 

 

Bajo este contexto, las políticas y los acuerdos que se han adoptado en pro de combatir el cambio climático conlleva a replantear la utilización de combustibles fósiles como el carbón, y a reemplazarlo por alternativas de energías renovables y sostenibles. Esto sin duda genera impactos internos y globales, pues, muchos países, como Colombia, dependen en su economía de la producción y exportación de este recurso.

 

En este sentido, Crudo Transparente se propone exponer las dinámicas socioeconómicas y ambientales de la minería del carbón en el departamento de Boyacá para entender la influencia que tendrían las decisiones internacionales referentes a  la política de descarbonización. En primera medida se realizará un contexto de los aspectos económicos, ambientales y sociales; en segunda instancia se hará un análisis de los efectos socioeconómicos de la descarbonización y finalmente se relacionarán las ventajas de la descarbonización en términos ambientales para este territorio.

 

 

Contextualización del carbón en Boyacá

 

 

Aspectos generales de la minería de carbón

 

En términos biogeográficos, las zonas mineras en el departamento de Boyacá se encuentran distribuidas en la región Andina, es decir, en la cordillera oriental por donde pasan ríos que llegan hacia el Magdalena y el Meta. El territorio con mayor importancia minera está localizada en la cuenca alta del río Chicamocha, a la que pertenecen los municipios de Tunja, Paipa, Sogamoso, Duitama, Tibasosa, Nobsa, Santa Rosa de Viterbo, Belén, Paz del Río, Tasco y Gámeza [7].

 

De acuerdo a cifras de La Unidad de Planeación Minero Energética (UPME), en 1940 se reportó una producción de 1,15 millones de toneladas provenientes de las minas de Cundinamarca, Boyacá, Antioquia y Valle del Cauca. La explotación empezó a darse a comienzos del siglo XX, especialmente para sustentar el funcionamiento de las primeras locomotoras de vapor naval y ferrea. Posteriormente, fue utilizado para alimentar las primeras industrias de sal y ladrillo, donde tomó gran preponderancia el carbón térmico y metalúrgico hallado en Boyacá [8].

 

En 1947, producto de la Ley 45, se creó la Empresa Siderúrgica Nacional Paz del Río ubicada en Nobsa, resultado de políticas estatales de industrialización lideradas por el presidente Gustavo Rojas Pinilla, donde sus principales accionistas eran los propios trabajadores y la Gobernación de Boyacá. Panorama que se desarrollaba a tan sólo tres años de que en Europa se firmara el Tratado del Acero y del Carbón de donde se originó la Unión Europea [9].

 

La empresa Paz del Río se aprovisionó desde el inicio de la mina La Chapa, catalogada como una de las minas más tecnificadas del país, la cual llegó a tener  120 hectáreas y el carbón que allí se encuentra es coquizable alto volátil, especial para la producción de acero. Asimismo, de la mina de hierro El Uvo reconocida como la ciudad de hierro subterránea, ambas localizadas en el municipio de Paz del Río [10].

 

En relación a lo anterior, gracias la siderúrgica, el carbón encontró un nuevo uso que comprendía cambios profundos en la estructura productiva del país, pues pasó a hacer con el carbón, en su forma coque, parte del proceso de la producción de acero nacional. Adicionalmente, a finales de la década de los 50 se construyen los proyectos termoeléctricos, que empiezan a funcionar desde 1960, alimentados por las minas cercanas de Paipa y Duitama [11].

 

Así, Acerías Paz del Río fue la empresa más emblemática del departamento hasta los tiempos de la apertura económica decretada por el gobierno de César Gaviria y la década de 1990. No obstante,  en 2007 el 51,3 % de la empresa fue vendida a la brasileña Votorantim, centrando su actividad en la comercialización del carbón y creando una pérdida para el país en cuanto a la transformación industrial. Así pues, Boyacá tuvo una preponderancia histórica con respecto a la generación de energía nacional y de acero, a diferencia de departamentos como El César o la Guajira los cuales estuvieron más enfocados en las exportaciones.

 

En la actualidad, se destaca que de las 10 362 concesiones mineras otorgadas por la Agencia Nacional de Minería, Boyacá concentra en su territorio 1 825, es decir, el 17,6 % de las concesiones del país, seguido por Antioquia (1 379), Cundinamarca (1 062), Norte de Santander (839), Santander (699) y Tolima (617). Vale la pena resaltar esta concentración de concesiones en la región andina por tratarse justamente de la zona más densamente poblada del país [12].

 

La extracción de carbón es subterránea y se caracteriza por operaciones a pequeña y mediana escala con técnicas artesanales como lo es el uso de pico y pala, o técnicas semimecanizadas con herramientas como martillos neumáticos y compresores . Según el último censo minero hecho por el Ministerio de Minas y Energía (MME), de las 14 357 unidades de producción minera (UPM) censadas en Colombia, el 18 % están ubicadas en Boyacá, siendo así el departamento con más UPM en el país [13].

 

Boyacá aporta el 23 % del carbón que consume internamente Colombia, además, del 26 % de todo el carbón que se exporta a nivel nacional. Este panorama contrasta con sus bajos niveles de producción, ya que Boyacá es el cuarto productor de carbón con cerca del 3,21 % de la producción nacional [14].

 

Aspectos económicos

 

Desde el inicio de su trayectoria minera en 1940 hasta 2011 había producido un total de 12.212.295 toneladas. Mientras que desde 2011 hasta 2019 produjo  20 507 toneladas, siendo el 2014 el año de menor y el 2016 el de mayor producción, además se posicionó como el tercer departamento en términos de productividad luego de La Guajira y el Cesar.

 

Además, de acuerdo al Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), a cifras de 2019 habían registradas 369 empresas inscritas asociadas a la extracción de hulla (carbón de piedra) y 20 relacionadas con la extracción de carbón lignito. Hasta el año 2018 las reservas medidas en la zona carbonífera de Boyacá asciendian a 136,5 millones de toneladas [15].

 

El PIB a cifras del 2019 fue de 28 849 miles de millones de pesos, siendo el rubro de minas y canteras de 2 096 miles de millones de pesos, es decir, representa el 7,2 % del total del Producto Interno Bruto. Al respecto, se evidencia que el aporte de esta actividad al PIB departamental siempre ha tenido un comportamiento en aumento, no obstante, en 2009 se dio una disminución y desde el 2015 se ha venido presentando una reducción comparada con respecto a la conducta de los años anteriores [16].

 

Asimismo, se caracteriza por ser uno de los departamentos con mayor cantidad de municipios asociados al sector minero (Véase Tabla N°1),

 

Tabla N°1 Municipios productores de carbón en Boyacá
Municipio Producción (ton) en el primer trimestre de 2020
Beteiva 2.333
Boavita 1.269
Chivata 1.628
Corrales 11.842
Gameza 7.644
Iza 1.071
Jericó 293
La Uvita 223
Mongua 1.356
Monguí 147
Motavita 3.653
Paipa 38.636
Paz del Río 4.165
Ráquira 157
Saboyá 5.803
Samacá 10.667
San Mateo 3.917
Sativanorte 10.945
Sativasur 10.888
Socha 31.577
Socotá 7.388
Sogamoso 33.390
Tasco 16.052
Topaga 27.198
Tunja 1.255
Tuta 6.767
Úmbita 5.673

Fuente: Elaboración propia con datos de la UPME

 

Como se observa en la tabla anterior, de los 123 municipios que tiene el departamento 27 desarrollan la actividad minera, es decir, el 22 % de sus unidades administrativas utilizan la minería de carbón como una de sus fuentes económicas. De los 27 municipios que realizan la actividad extractiva, los que más aportan al PIB departamental son Sogamoso, Tuta, Paipa y Samacá con unas cifras de 2 961, 677, 625 y 359 miles de millones de pesos respectivamente para el último reporte generado en 2018. Además, Sogamoso es un municipio con un grado de importancia económica municipal igual al de Tunja, la capital [17].

 

En términos laborales, el sector ocupa en su mayoría operarios (70,49 %), luego técnicos (11,99 %), seguido de profesionales (11,16 %) y por último directivos (6,37 %). Adicionalmente, el 88, 44 % de sus empleos son permanentes, y de su fuerza laboral el 90,12 % se asocia a hombres y el 9,88 % a mujeres, además, en cuanto al tipo de personal el 59,51 % es operario minero, el 38,03 % es asalariado (cuenta con un contrato laboral) y el 2,46 % no asalariado (presta servicios esporádicos a cambio de una remuneración, sin necesidad de que exista un contrato entre las partes)[18].

 

Acerías Paz del Río es una de las principales empresas del departamento en el consumo de carbón y coque para la producción de acero, asimismo, es dueña de varios títulos mineros de carbón, hierro y calizas, en donde de acuerdo al Ministerio de Minas y Energía posee una concesión de carbón en el departamento de 35 987 hectáreas. Sin embargo, no extrae directamente el mineral sino que desarrolla la actividad por medio del outsourcing con otras compañías que pagan por las concesiones para sacar el carbón y venderlo luego a Acerías [19]

 

En el municipio de Samacá, opera una cooperativa llamada Procarbón que tiene una fuerte presencia en la región, la cual está conformada por 45 asociados locales, en donde en promedio 40 se encuentran activos en la explotación de carbón. Procarbón tiene un total de doscientas treinta bocaminas en Samacá y reservas probadas de 125 millones de toneladas. En términos de su producción, esta cooperativa empresarial vendió 600 000 toneladas de carbón coquizable en 2010. La misma se enfoca en el mercado externo, exportando casi todo su producto [20].

 

Otra de las empresas más importantes de Boyacá es C.I MILPA S.A.S una de las productoras y comercializadoras de coque metalúrgico más importante de Colombia y una compañía pionera en minería de carbón subterránea en América Latina. De igual forma, otra empresa reconocida en el altiplano cundiboyacense es Colcarbón S. A. C. I, que también tiene su base de operaciones en Samacá. Esta es una empresa cuyo capital mayoritario es brasilero y con plantas de coquización y minas para la extracción de carbón en los departamentos de Cundinamarca, Boyacá y Norte de Santander. La empresa tiene una capacidad de producción anual de alrededor de 140 000 toneladas y se especializa en la fabricación y comercialización de coque.

 

El principal socio comercial del departamento es Brasil, a quien se le exporta coques y semicoques de hulla e incluso aglomerados, teniendo en cuenta que el país no tiene grandes reservas de carbón coquizable [21]. Seguido de este se encuentran países como Turquía, México, Argentina, Países Bajos y Japón.

 

Aspectos sociales y ambientales

 

Por un lado uno de los más grandes fenómenos sociales que se ha presentado en el departamento es el alto grado de informalidad, pues según datos del MME, sólo el 50 % de las unidades de producción minera a pequeña escala y el 17 % de las unidades mineras a mediana escala cuentan con un título minero. En consecuencia, muchas operaciones mineras no cuentan con la legalidad necesaria para operar ni con los mejores estándares, lo que genera impactos en el medio ambiente, las comunidades y sus colaboradores, además de tener desarrollos poco eficientes y causar daños en los depósitos mineros, así como un costo de oportunidad para el Estado por no pagar regalías [22].

 

La falta de desarrollo empresarial de la industria del carbón en el departamento se debe a las pocas herramientas con las que cuenta para ser transportado, caso contrario de las empresas que se encuentran en el norte del país las cuales cuentan con el beneficio de los puertos; de hecho, en varias oportunidades se ha considerado la posibilidad de construir una vía férrea que permita la salida al mar del carbón producido en Boyacá, el proyecto se conoce con el nombre de “Línea ferroviaria del Tren de Carare”. Lo anterior hace que el abastecimiento de carbón haya sido tomado por intermediarios que, apoyados en una actividad de los campesinos de la región, alimentan a bajo costo los centros de producción de carbón más grandes del país [ 23] [24].

 

Además, esta informalidad ha generado en primera medida que Boyacá sea el departamento con mayor accidentalidad minera del país. De acuerdo con el presidente de la Agencia Nacional de Minería (ANM), Juan Miguel Prieto, de los 101 accidentes mineros reportados en Colombia hasta septiembre de 2020, Boyacá alberga el 38 %. De las 39 contingencia 31 han ocurrido en minas de carbón [25].

 

Asimismo,  lo relacionado por la UPME hasta 2017 con respecto a emergencias mineras en Boyacá, da cuenta de que el año 2011 y el 2016 han sido los de mayor cantidad de emergencia, cifra que es menor que la que se refleja en el 2020 sin contar que aún no ha terminado el año. El 72,12 % de las emergencias se dan en el método subterráneo, el 0,74 % en cielo abierto y el 27, 14 % no se reportaron. Además en el 54, 79 % el afectado pierde la vida, el 20, 98 % queda herido y el 24, 24 % resulta ileso [26].

 

Las causas asociadas a la accidentalidad están enmarcadas en: ventilación de gases, derrumbes, riesgos mecánicos y eléctrico, explosivos, inundación entre otras causas agrupadas al reglamento de seguridad bajo tierra [27].

 

En segunda instancia, al tener cifras tan altas de informalidad, las condiciones laborales no son las más aptas, generando afectaciones de salud en los trabajadores. En su mayoría los problemas de salud se generan por la exposición a polvos con sílice y de carbón, lo que aumenta la probabilidad de que los trabajadores adquieran enfermedades respiratorias ocupacionales tales como neumoconiosis y el cáncer de pulmón. Teniendo en cuenta que varias investigaciones han reportado que el polvo de carbón y sus componentes permanecen en suspensión en el aire de las minas, llegando a encontrarse en hasta el 40 % – 95 % del aire respirable [28]

 

En tercera medida las afectaciones que la economía del carbón ha tenido sobre las comunidades y el medio ambiente ha aumentado las movilizaciones sociales desde el 2008, así lo evidencia un informe realizado por el Centro de Investigaciones y Educación Popular (Cinep), dentro de los requerimientos sociales se hace énfasis en el derecho por la toma de decisiones en sus territorios, debido a la preponderancia de páramos existentes y a las afectaciones que causa la minería a los mismos.

 

Ejemplo de esto es la lucha que se tejió desde el 2015 por el Páramo de Pisba, en contra de la minería a cielo abierto que desarrolla Acerías Paz del Río, de acuerdo a los campesinos a causa de la explotación minera se han perdido más de 32 nacimientos de agua en la región. Adicionalmente, en el 2017 habitantes de Ricaurte, Tinjacá, Sutamarchán, Villa de Leyva y Gachantiva marcharon para rechazar la actividad minera, la manifestación se denominó “ El carnaval por el agua y por la vida”[29][30].

 

 

Efectos socioeconómicos de la descarbonización para Boyacá

 

 

Evidentemente el sector minero en Boyacá trae consigo beneficios económicos como los asociados a las regalías. Por ejemplo, a cifras del primer trimestre del 2020 Boyacá había recibido la suma de 3 760,65 millones por concepto de regalías generadas por la explotación de carbón, siendo los municipios de Socha, Sativanorte y Tasco los que más recibieron recursos. No obstante, se evidencia que desde el 2018 se ha generado un desplome en la generación de regalías a nivel nacional por concepto de esta actividad económica [31].

 

Con respecto a lo anterior, al hacer un análisis de la inversión de los recursos de regalías en los tres municipios que más recibieron y los cuales serían los más impactados con las políticas de descarbonización, se encontró que en el caso de Socha en el bienio 2017 – 2018 obtuvo 451 millones de pesos, además, el último proyecto ejecutado fue por valor de  1 537 millones para la adecuación y dotación de las instalaciones de la planta de tratamiento animal del municipio. Por su parte Sativanorte en el mismo bienio percibió 101 millones de pesos y no ejecutó ningún proyecto en este periodo, al igual que Tasco quien recogió 278 millones de pesos [32].

 

De acuerdo al Dane en Boyacá el 10,04 % de sus habitantes tiene necesidades básicas insatisfechas (NBI) y el 1,89 % vive en miseria. Sin embargo, al analizar los municipios que desarrollan la actividad minera, se halló que de los cuatro municipios que más producen: Sogamosos, Socha, Paipa y Topaga, en los 3 primeros  las cifras están por debajo del 10 % mientras que en el último el valor es de 12, 04 %. Lo anterior refleja la preponderancia y utilidad del sector minero, puesto que tres de los municipios más productores se encuentran por debajo del promedio departamental, lo cual es positivo y puede tener una correlación directa con la empleabilidad que genera el sector; aunque en Topaga la cifra es mayor se encuentra en el rango de los de mejores condiciones y muy lejano de la cifra del municipio de Paya (59,39), el cual no es productor [33][34].

 

Asimismo, la minería formal genera cerca de 350 000 empleos a lo largo de toda la cadena de exploración, producción y comercialización, que se caracterizan por su estabilidad y buena remuneración salarial; de acuerdo a Comfaboy para el 2018 el salario promedio era de 1.041.714. Además, los encadenamientos productivos alrededor de la minería representan otra cantidad importante de puestos de trabajo y creación de empresas locales. La minería artesanal también ocupa un lugar importante en la economía del departamento, que al no tener un censo establecido dejan a la deriva la cifra de las personas que subsisten de la misma, pero que se estima que puedan estar en concordancia con las cifras formales, es decir, que es el sustento para un gran número de personas  [35].

 

En relación a las políticas de descarbonización en sus socio comerciales, Brasil, México y Argentina son unos importantes consumidor, productor y exportador de combustibles fósiles, asimismo, en América Latina y El Caribe eston son los tres principales emisores de gases de efecto invernadero con : 1,823 Mtep (millones de toneladas equivalentes de petróleo), 748 Mtep y 405 Mtep [36].

 

Brasil pretende reducir al menos el 40% de sus emisiones de GEI para 2030 por medio del aumento de un 52% su capacidad instalada de energía renovable, y 48% su capacidad de energía hidroeléctrica. México desde el 2013 se puso como meta tener para el 2024 el 35 % de su energía de forma renovable, mientras que en Argentina el país apunta a reducir su dependencia de energías fósiles en un 20% para el 2025 [37]. 

 

Lo anterior refleja que la decisión de disminuir el consumo del mineral a nivel internacional sería un choque fuerte para las finanzas públicas del departamento y para las de familias que dependen de este recurso como el sustento. No obstante, gran parte del carbón que tiene Boyacá es coquizable y se encuentra directamente relacionado con la producción de acero y no con la de energía, por lo que su uso es más indispensable y es una variable para que no puede ser reemplazada a corto plazo, por lo que evidenciaría una voz de aliento para el territorio por ahora.

 

Al analizar los efectos de la descarbonización en Boyacá se despliegan cuales serían las alternativas más cercanas para reemplazar los ingresos monetarios a nivel micro y macro. En este caso, el segundo rubro más importante del sector primario es la agricultura, ganadería, silvicultura y pesca; recostada en productos como la papa y la caña panelera, la cebolla (de rama y de bulbo), zanahoria, tomate, plátano y maíz. En términos de empleabilidad este sector ocupó sólo 4 131 personas en el 2019, con un salario de 921.238 y una participación en el mercado laboral del 3 % frente al 9 % de la extracción de minas y canteras [38].

 

Sin embargo, la agricultura, ganadería, silvicultura y pesca tuvo una participación mayor en el PIB con un aporte al valor agregado de 10,5 % frente al 7,6 %. Pero, en cuanto a los productos de exportación del departamento, los coques y semicoques de hulla e incluso aglomerados hacen referencia al 92,21 % de las exportaciones, frente a la representación nula de algún producto agrícola para vender a nivel internacional. Además, del total Boyacá posee 2’277.667 Has (2% del total nacional), principalmente dedicadas a la actividad agropecuaria con 1’542.268 Has (68% del total) [39].

 

Por lo que, aunque el desarrollo de la industria minera en el departamento es de gran preponderancia, el mismo se ha caracterizado más por su desarrollo agrícola, el cual podría ser uno de los rubros a los que se le debería dar mayor empuje en términos laborales, de industrialización y transformación para el momento en que lleguen los efectos internacionales de la descarbonización y repercutan a nivel nacional. Por ejemplo, la producción agrícola de Boyacá incluye una alta gama de productos que en su mayoría son provenientes de clima frío y se caracterizan por ser competidores con los productos importados o por  tener un potencial muy alto para la exportación, por lo que estas condiciones deberían ser el eje para mitigar el impacto de las políticas de descarbonización, lo anterior teniendo en cuenta la infraestructura vial y la cercanía que tiene con la capital Bogotá [40].

 

Boyacá debe aprovechar todas las atribuciones ecosistémicas ideales con las que cuenta para industrializar más la agricultura desarrollando un plan de acción que dote de nuevas herramientas económicas a las comunidades y que a largo plazo la industria minera pueda perder preponderancia en los 22 municipios productores, desarrollando con buenas políticas públicas nuevas alternativas de empleo y desarrollo económico municipal. Además, a nivel nacional los efectos de la descarbonización deben replantear el concepto de regalías para que los territorios que extraen materias primas no renovables obtengan recursos de otras fuentes que solaven las pérdidas de los montos que no se obtendrían al replantear la industria minera.

 

Ventajas de la descarbonización para Boyacá en términos ambientales

 

 

La descarbonización evitaria la contaminación que se produce en todas las etapas de la explotación minera, como en el transporte, almacenamiento, transformación, consumo o en el abandono y cierre de las minas. pues bien, la alta demanda de este mineral ha causado el aumento de la exploración y la explotación poniendo en riesgo el medio ambiente, en el caso de Boyacá las mayores afectaciones en este sentido están relacionadas a los paramos .

 

Pues bien, de acuerdo al Departamento Nacional de Planeación Colombia cuenta con 2.909.045 hectáreas de páramos en donde Boyacá posee  561 707 de estas, es decir el 24,26 % del total de dichos ecosistemas estratégicos. Las hectáreas de páramos que el departamento posee, se agrupan en 5 áreas principales: Cocuy (271.033 has); Pisba (106.243 has); Tota-Bijagual-Mamapacha (152.498 has); Guantiva-La Rusia (119.75 has); Iguaque-Merchán (28.311 has) [41].

 

Desde el 2010 hasta la fecha se han desatado varias polémicas relacionadas al desarrollo de la actividad minera en zona de páramo, como es el caso  de Pisba, Tota, Mamapacha, Bijagual, Rabanal, Guantiva, Cocuy e Iguaque. Hunza Coal (Tasco), El Palmarito (Rondón), Carbones Andinos (Samacá), Sahona Ltda (Gameza, Mongui y tasco) y Colombian Clear Power (Socotá y Socha) son algunas de las principales minas que tienen la particularidad de estar localizadas geográficamente en inmediaciones de los páramos de Pisba, Cortaderas y Rabanal [42].

 

En este sentido, las ventajas que la descarbonización traería para Boyacá en términos medioambientales están directamente relacionadas con los conflictos minero ambientales. Por ejemplo:

 

En primera medida el caso del Páramo de Pisba el cual  hace parte de la Reserva Natural Nacional de Pisba y se encuentra en inmediaciones del municipio de Tasco, donde se produce carbón térmico y coquizable. La problemática se derivó cuando la empresa Hunza Coal empezó a desarrollar trabajos de explotación del subsuelo en el páramo para desarrollar un proyecto de minería hidráulica de carbón, el cual afecta las zonas de recarga hídrica del páramo, de donde depende el municipio de Tasco y municipios del llano. Tras esto las autoridades locales y las comunidades levantaron la voz de protesta desde el 2013 a través de paros e intervención directa en la zona de explotación por medio de campamentos, hasta que en el 2016 se frenó la explotación de esta multinacional [43]. 

 

No obstante, en el municipio se producen aproximadamente 18.000 ton/mes de carbón. De éstas, 13.000 son de carbón térmico y 5.000 toneladas de carbón metalúrgico. Este mineral es apilado en centros de acopio ubicados en Paz del Río, y es empleado en procesos de coquización, procesos siderúrgicos y un porcentaje representativo para exportación. Al 2017  en Tasco existían 133 títulos mineros de carbón, de los cuales 98 se encontraban legalmente constituidos y 35 de forma ilegal, 80 bocaminas con licencia ambiental y 53 sin licencia ambiental, de las cuales 21 estaban en zona de páramo, por lo que mientras continúe esta industria en la zona los conflictos ambientales se seguirán presentando[44].

 

El segundo caso es el del páramo de Rabanal y el río Bogotá, el cual está ubicado en el altiplano cundiboyacense y ocupa 16356 hectáreas. En este complejo se han entregado 17 títulos mineros que abarcan 8395 hectáreas. Entre los impactos ambientales generados por la minería se destaca la contaminación de aguas subterráneas, el manejo inapropiado de estériles, tala de árboles, contaminación en los cultivos, falta de agua, minas cerca de instituciones educativas, hundimientos de tierra y presas secas. Existe el esquema de ordenamiento territorial para el páramo, este que cuenta con una zonificación y normas de uso de suelo; sin embargo, en la actualidad se lleva a cabo exploración y explotación ilegal sin control alguno [45].

 

Así pues, el aumento de la minería del carbón especialmente en zonas de páramo ha ocasionado la pérdida de vegetación propia que contribuye a la generación de fuentes de agua cristalina usada para el consumo de los habitantes, por lo que la disminución de su extracción a causa de las políticas de descarbonización internacionales, representaría un beneficio directo para la naturaleza y para las comunidades que en esta última década han desarrollado una conciencia ecológica mayor sobreponiéndose a los conceptos de desarrollo por los que el país los han encaminado. 

 

Conclusiones

 

La minería de carbón se ha desarrollado en Boyacá desde mediados del siglo XX, catalogándose en la actualidad como el tercer departamento con mayor preponderancia en términos de producción. Alrededor de 27 municipios extraen el recurso que en su mayoría es carbón coque, necesario para la fabricación de acero.

 

A nivel económico, el carbón se establece como el principal recurso de exportación del territorio y como el tercero que más aporta al PIB departamental, por lo que su preponderancia causaría efectos considerables al desarrollarse políticas de descarbonización más severas por parte de sus socios comerciales.

 

A pesar de que la industria muestra cifras llamativas a nivel económico en términos de empleabilidad directa o gracias a los encadenamientos productivos, hasta el momento no hay presencia de multinacionales que dinamicen y formalicen en mayor medida al sector. Como se evidencia en la investigación, la mayoría de empresas son pequeñas, por lo que han tenido que organizarse por medio de cooperativas que lideren iniciativas en términos sociales o comerciales.

 

Lo anterior es un punto relevante para los gobiernos de turno, los cuales han desaprovechado el potencial minero que tiene el departamento a causa de la baja infraestructura vial con la que se cuenta para transportar el recurso para ser exportado, lo cual aumenta los costos y disminuye su importancia.

 

La nula presencia de grandes empresas en el territorio ha sido el nicho para que la informalidad minera se desarrolle considerablemente, al punto de ser uno de los principales fenómenos sociales y el causante de las grandes tasas de accidentalidad asociadas a esta actividad. Boyacá es el departamento con la mayor cantidad de títulos mineros otorgados a nivel nacional, no obstante, muchos de ellos no cuentan con las licencias ambientales pertinentes, por lo que es necesario que los gobiernos nacionales, departamentales y municipales tomen cartas en el asunto y desarrollen estrategias bien sea para formalizar, ayudar a tecnificar o cerrar totalmente las minas que no cuentan con las características necesarias para desarrollar la actividad.

 

En este sentido, sería pertinente que el territorio implementará proyectos desde capacitaciones hasta incentivos económicos para que los pequeños mineros lograran tecnificar sus minas y así redugeran la mortalidad causada por la accidentalidad. Otro punto importante en términos sociales son los problemas de salud que padecen las personas que ejercen esta labor a largo plazo, para lo que es necesario que se creen estrategias que mitiguen estas afectaciones.

 

La descarbonización desincentivaría considerablemente la extracción de carbón, siendo el sector agrícola el que lo reemplazaría, pues bien, el 68 % de su territorio está principalmente dedicado a esta actividad. No obstante, en términos laborales, su impacto es muy pequeño y además no genera recursos de regalías, por lo que a largo plazo el país debería reconstruir el concepto de las regalías para así ayudar a las economías departamentales que quieran dejar de lado la extracción de recursos no renovables.

 

Por último, el mayor beneficio de la descarbonización está directamente relacionado con las comunidades, ya que serían ellas las que se favorecerían al no haber un mal uso de los recursos hídricos, de los páramos o de la contaminación que genera el transporte y la explotación de la actividad minera. Sin embargo, si se llegara a incentivar el sector agrícola también sería necesario implementar políticas públicas estrictas relacionadas con el uso de suelos, manejo de agua o la tala de árboles por cultivos extensivos.

 

Bibliografía

 

 

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