INFLUENCIA DE LA EXPLOTACIÓN PETROLERA EN EL PODER LOCAL

De izquierda a derecha: Ricardo Alvarado, Gobernador de Arauca 2016-2019 Foto( www.lavozdelcinaruco.com), Josué Barrera, Gobernador de Casanare 2016-2019 Foto(www.violetastereo.com) y Marcela Amaya, Gobernadora del Meta 2016-2019

 INTRODUCCIÓN

En las regiones productoras de hidrocarburos, es frecuente la disputa entre élites, empresas, autoridades locales y habitantes, por la captura de las rentas que produce la explotación de estos recursos. Este fenómeno, sumado a la deficiente administración de los dineros públicos producto de la debilidad estatal y la corrupción, han creado dinámicas especiales en estas regiones: las grandes sumas de dinero, han desbordado la capacidad administrativa y se han convertido en un factor desestabilizador de la política local.

Al existir abundantes capitales provenientes del petróleo, la hipótesis de esta investigación es analizar la posible conexión entre estos recursos, el poder de los gobernantes y las empresas petroleras; así como también, las diferentes modalidades de influencia y operación para los casos específicos de los departamentos de Arauca, Casanare y Meta donde se extrae petróleo en grandes cantidades.

Para analizar la relación entre la industria petrolera y las elecciones locales es esencial contextualizarlas en un panorama más amplio; pues el tema se define por su complejidad, número de actores presentes, variedad de escalas en las que operan las dinámicas y la compleja interacción de causalidad entre los diversos actores y las dimensiones.

Para poder entender lo anterior, es imperioso partir de la comprensión de dos términos claves en economía: por un lado, se habla de la “enfermedad holandesa” cuando un país experimenta crecimiento inesperado de ingresos de divisas por la exportación de recursos naturales (hidrocarburos y minerales), que sin las medidas adecuadas, afectan negativamente a otros sectores productivos; en otros términos, se crea una economía de enclave.

También se habla de la “maldición de los recursos” cuando la asignación y explotación, así como la redistribución de los ingresos generados, es fuente de conflictos sociales, económicos y ambientales; repercutiendo en la no obtención de desarrollo y bienestar esperado.

En algunos enfoques la abundancia de recursos naturales distorsiona y deteriora el escenario político e institucional, es una expresión más de la maldición. En otros, se considera que su origen está en la falta de institucionalidad sólida, capaz de sortear las pruebas de esa afluencia masiva de dinero.

Esto último se afirma mediante la siguiente premisa: capitales abundantes corrompen, inducen al desperdicio, propicia comportamientos de captura de rentas, genera pugnas por el poder y el control de esa riqueza y degrada la calidad de la competencia y de los competidores dentro de los procesos políticos.

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Por: Isabel Peñaranda y Adriana Neira