Es una anomalía que Bogotá sin producir un barril de petróleo, ni refinar un solo galón de gasolina sea la meca de la industria petrolera colombiana.
Las decisiones de poder sobre inversiones, negociación de bloques, aprobación de licencias, definiciones de política, destino de la inversión de regalías etc son tomadas en Bogotá muchas veces en contravía de los intereses y necesidades de las regiones afectadas por las mismas. Ese modelo debe revaluarse a la luz no del eventual post-acuerdo con las guerrillas o el fin de la guerra, sino a la luz del fortalecimiento de la industria al tiempo que de la conveniencia de profundizar y fortalecer la democracia colombiana.
Barrancabermeja es el mayor ejemplo de cómo la política sobre la industria y su manera de relacionarse con el estado en los distintos niveles ha fallado en la construcción de un estado fuerte incluyente y democrático.
¿Que decir de la institucionalidad en municipios como Puerto Gaitán en el Meta para hablar del desarrollo reciente o de los viejos conocidos como Yondó, en Antioquia, Tibú en Norte de Santander o los del Putumayo? Esta es una reflexión que debe abocarse de manera rigurosa por los nuevos desarrolladores de esta industria y también por los directores de política desde planeación nacional. Hemos hecho como si Washington y no Houston fuera la meca petrolera de los Estados Unidos.
En igual sentido, debe abordarse lo relacionado con la composición de la junta directiva de la empresa pública. La dirección de Ecopetrol en su historia se ha caracterizado por la visión presidencialista que conduce al país, su junta directiva está atrapada por exfuncionarios de distintos gobiernos que si se les mide por su impacto durante los períodos en que ejercieron cargos públicos queda mucho por desear.
La industria fuerte que requiere el país no surgirá sólo de las dinámicas del precio del barril. Lograremos tener una industria fuerte si conseguimos democratizar el debate, los procedimientos, las decisiones y el ejercicio administrativo sobre la política de la industria. Y Ojo, democratizar no significa hacer populismo empresarial o administrativo como podría decirse del vecindario. Significa tomar las mejores decisiones estratégicas para el país y no sólo para los intereses de los más poderosos en la sociedad. Significa tener los más capaces al frente de los procesos, un debate informado y cada vez más público de los desarrollos que se acometen.
En tiempos boyantes, la importancia de la industria y su valor ante la sociedad fue poco discutida por que los elementos propios de la bonanza volvieron inaceptable atender visiones criticas de los procesos y los debates que surgían se estigmatizaron como inapropiados o peligrosos, por poner en riesgo los buenos momentos y la inversión que beneficiaba al país. Este momento de reacomodo exigido por la industria a nivel global es una oportunidad para establecer un nuevo comportamiento. Esta por verse si Simón Gaviria como director de planeación Nacional y Juan Carlos Echeverry como gerente de Ecopetrol están en condiciones de animar y avanzar en esa transformación.
Aún es poco tiempo para evaluar pero el momento es propicio para reflexionar sobre el rumbo de la industria hoy y sobre los retos posteriores al acuerdo con las guerrillas que de firmarse significará ni más ni menos que la primera oportunidad de tener una industria sin amenazas armadas feroces y costosas como la que hemos vivido a lo largo del desarrollo del sector.
Crudo Transparente
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